En los últimos tiempos, hemos sido testigos de cómo la falta de liderazgo auténtico puede tener consecuencias devastadoras. La reciente catástrofe del DANA en Valencia es un claro ejemplo de esto. Las decisiones tardías y la falta de un liderazgo centrado en lo importante han dejado a muchas personas desamparadas y han cobrado vidas que podrían haberse salvado.
No puedo evitar revisar la historia. Crecí con muchas compañeras que habían perdido a sus abuelos o familiares en la tragedia de la riera de Rubí y Terrassa del 1962, donde cayeron 225 litros por metro cuadrado, 95 litros en tan sólo 45 minutos e hizo desbordar la riera. Arrasó todas las casas cercanas a la riera y perecieron 617 de personas, aunque la cifra exacta se desconoce. Eso anuncian las inscripciones de lo que se pudo recontar. Entonces no existían redes sociales, gracias tenían una televisión en sus domicilios en blanco y negro o un diario que poder leer. No llegó la televisión en color hasta el 63, por desgracia estas personas no pudieron llegar a disfrutarlo.
No sólo el cambio climático es el responsable, que seguro que afecta, sino que los fenómenos de este tipo se vuelven a repetir en la historia.
Hoy en día vivo a pocos metros de esta riera y las inscripciones nos recuerdan lo que pasó, no lo olvidamos. Hoy tenemos mejores infraestructuras y aún así volvemos a vivir una tragedia a esta dimensión en tierras valencianas.
Ayer, hablando con una compañera de allí, me explicaba que la desgracia podría haber sido aún peor sin las estructuras del Turia que se hicieron hace unos años, para desdoblar su cauce. Estas reformas evitaron una tragedia aún mayor en Valencia. Me explicaba con todo detalle cómo se habían volcado todas las personas voluntarias en el terreno, la innumerable ayuda y productos que llegaban y no podía estar más agradecida, todas las muestras de apoyo recibidas, a pesar de la gran adversidad que están viviendo.
Claramente la sociedad civil de 10, tanto los valencianos, las valencianas, las personas de toda España que se han volcado, de fuera de España. Las administraciones y las instituciones de 0. Las empresas en shock buscando cómo colaborar desde el propósito y desde donde realmente apoyemos y no estorbemos.
Evidentemente, ante la inacción de las autoridades, la ciudadanía se ha echado a la calle para ayudar. Personas de todas partes de España y del mundo han mostrado un liderazgo comunitario que contrasta fuertemente con la mediocridad institucional. Este es el tipo de liderazgo que necesitamos: uno que actúe, que se preocupe de verdad por las personas y que no se quede en meros slogans publicitarios.
Creo firmemente que estamos en un punto de inflexión. No podemos tolerar más la mediocridad y las interminables cadenas de mando que no llegan a decidir. La sociedad merece un cambio de paradigma, una transformación profunda en la forma en que tomamos decisiones y en cómo nos enfocamos en lo verdaderamente importante: las personas.
Es hora de dejar de lado el “greenwashing” y otras prácticas superficiales que solo buscan quedar bien de cara a la galería. Necesitamos un liderazgo humanista, uno que realmente ponga a las personas en el centro, mejor, nos pongamos a lado de ellas, en todas las decisiones. Un liderazgo que no sólo hable de cambio, sino que lo implemente de manera efectiva y tangible.
Durante esta catástrofe del DANA, hemos visto ejemplos inspiradores de liderazgo auténtico. La respuesta de la comunidad, la solidaridad y el apoyo mutuo demostraron que cuando las personas se unen, pueden lograr grandes cosas. Este es el tipo de liderazgo que debemos fomentar y apoyar.
Para lograr un cambio real, necesitamos reformas institucionales que reduzcan la burocracia y mejoren la toma de decisiones. También es crucial implementar programas de formación en liderazgo auténtico para los líderes actuales y futuros. Además, debemos promover una cultura organizacional que valore y fomente el liderazgo humanista. No tolerar lo intolerable, poder alzar nuestra voz y poder ponernos al frente si es necesario. Y no estamos solas, no estamos solos. Siempre hay al lado alguien que te quiere, que te comprende y te apoya en los momentos duros. Las personas somos así, seres sociales por naturaleza. Y no va de introvertidos o extrovertidos, va de personas, va de valores.
Es momento de exigir y promover un liderazgo auténtico en nuestras comunidades y organizaciones. Un liderazgo que realmente se preocupe por las personas y que actúe en consecuencia. Si todos nos comprometemos a liderar con autenticidad y humanidad, desde nuestro propio entorno, podemos lograr un cambio real y duradero.
La esperanza de un futuro mejor está en nuestras manos. Junt@s, podemos construir una sociedad más justa y centrada en las personas. ¡Es hora de repensar, es hora de actuar!
PD. Señores y señoras políticos, líderes en general, repiensen su liderazgo. Sin colores, sin acusar a las otras partes, céntrense en las personas que les han votado, que les han brindado su apoyo, a las que tienen el privilegio de liderar y actúen en consecuencia, con responsabilidad. Repiensen su impacto y céntrense primero, en lo primero.
Maria José Valenzuela, primero persona, después todo esos roles que nos impone la sociedad.
Si has llegado hasta aquí, enhorabuena, pasa un buen día e intenta aportar tu grano positivo a esta sociedad :)
Son muchos los "líderes" que lideran desde el ego, y ese posicionamiento impide un liderazgo real. Si lideráramos desde el egoless (tanto países como organizaciones), otro gallo cantaría. ¡Felicidades por tu post!
¡Comparto cada idea!
María José, coincido plenamente contigo, el liderazgo humanista, que no buenista, es la base de buscar la influencia desde la autenticidad, desde el respeto como base de todos los equilibrios. Creo que como dices, hay que repensar liderazgos que de lo primero que se ocupen es evitar la incomptencia. Gracias por compartir, Xavier